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AURELIA CORDERO DE ROMERO LEON

Author: Teodoro Albornoz /


Fue esta poetisa de aquellas que ponen entraña y alma en lo que escriben, de modo tal que, al leerla, va siguiéndose las diversas etapas de una vida. En este caso, es una vida, dolorosa y atormentada, que cruza los senderos, sin mas alivio que el grito armónico de la flauta que llora de noche, llora de día y sigue llorando aún.

En cuanto ha producido la señora de Romero León se advierte que la realidad le inspira, a través, de un temperamento esencialmente poético y de una sensibilidad enfermiza que le hace hallar motivos de belleza hasta en lo mas trivial y recóndito.

A su muerte, acaecida en esta ciudad el 14 de setiembre de 1922, deja seis libros inéditos, que se forman con poemas breves, en prosa o en verso, pero todos ellos llenos de honda poesía. Labor vasta, por cierto, la de este cerebro de mujer! El mal de corazón que extranguló sus horas le dictaba, en el silencio de una casa de campo, aquellos párrafos cortos, aquellas cortas estrofas donde el sollozo y el gemido consiguen impresionar profundamente. Ese sollozo, ese gemido no son de los que se truecan en alarido y blasfemia. No, su sollozo, su gemido, son discretos, son tenues, con apariencia de suspiro que se trata de ocultar bajo las batistas de un pañuelo.

Llora quedo, quedito, como para mentirse no se llora; pero hay tal hondura sicológica en esos versos, que, así, leves y esfumados contienen un fondo de tragedia que, de una u otra manera, sacuden fuertemente los nervios. Leyendo la obra dejada por la señora de Romero León se admira la destreza, ya ponderada por Isaac Barrera, con que esta mujer maneja el poema corto, en la forma moderna que se le ha dado, mas no con la vaciedad característica de los literatillos de a cuarto que lo imaginan fácil troquel.

Por el contrario, sus poemas se distinguen por cierta hábil manera narrativa, que va trabándose como los hilos de un tejido hasta formar un conjunto homogéneo en el que el ojo difícilmente hallará defecto.

Cualidad distintiva suya es la de la dulzura en la evocación; rememora las cosas de ayer, los sueños de primavera, la belleza marchita, la juventud perdida, con notas lánguidas y tristes, pero sin recurrir a la desesperanza. Todo lo cubre con un manto de resignación. Si la Madre Tristeza le dio el nombre junto a la pila bautismal, no por eso se queja con la acritud del desesperado. Ella pide, con blanduras de súplica, solo reposo, el reposo absoluto:

Hermana Tormento, surce la mortaja
y cuídame muerta: quiero descansar…..
Hermana Tormento, guárdame en la caja
Cierra con tres llaves la caja fatal,
Cierra con tres llaves la caja, mi caja:
quiero descansar……

Y descansó un día. La Hermana Tormento oyó sus mensajes, y Dios la llevó a su lado. Al lado de Dios –para quien fueron las preferencias de su canción—seguirá resonando su flauta quejumbrosa, uniéndose a la cadencia de los laúdes celestes.


VICTOR MANUEL ALBORNOZ

1 comentarios:

Juan dijo...

Muy bueno el articulo, Una pregunta: ¿Dónde puedo conseguir la obra de Aurelia Cordero? Sólo he podido leer la parte que le corresponde en la antología que se llama "Presencia de la Poesía Cuencana". Existe alguna edición de sus obras completas?

Gracias

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