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Discurso pronunciado cuando la Ilustre Municipalidad de Paute le otorga preciado galardón.

Author: Teodoro Albornoz /


La señalada honra que se ha dignado hacerme la Ilustre Municipalidad de Paute, al otorgarme galardón de tanta estima como el que acabo de recibir por mi labor historiográfica relativa a este Cantón, no es sino gentil concesión de la generosidad y benevolencia que distinguen al benemérito señor Presidente y a los honorables miembros de tan patriota entidad; pero debo confesar que, me place en lo íntimo recibir tan significativa condecoración por ser prenda que demuestra la hidalguía de quienes la confieren, en nombre de un pueblo que siempre sigue los dictados de su tradicional caballerosidad.

Los que escribimos historia y la escribimos de modo sincero, sin prejuicios, rindiendo culto a la justicia y poniendo por encima de todo la verdad; los que escribimos historia, digo, necesariamente tenemos que admirar y querer a los pueblos que la hacen, que la forjan en el yunque maravilloso del esfuerzo, que a cada golpe de acción responde con la chispa rutilante del progreso.

Lo que señala la importancia de un pueblo es su historia, que equivale a la huella visible que deja en el camino al transitar por el tiempo, como queriendo que este sea uno solo en el pasado y en el presente, porque ambos son arterias que convergen para sostener su ritmo vital.

Paute tiene historia, historia que le honra, vida que merece ser recordada, herencia recibida sucesivamente por generaciones que la acrecientan con nuevos hechos y la transmiten con mayor brillo a las que están por venir.

La historia de Paute comienza hace cuatro siglos y medio, cuando el mas poderoso Soberano del Incario le impone nombre en el saludo a la hechicera náyade del Cutilcay.- Pau! Paute, exclama Huayna Cápac embelesado en la hermosura que ve a las márgenes del río como estatua viviente en la piedra que le sirve de pedestal.

Y ese bautizo de gloria es bautizo de gloria para toda la región, porque en ese vocablo admirativo, de saludo y asombre, el gran Monarca nacido en Tomebamba acaso envuelve en un solo elogio a todo lo que se mira en el grandioso escenario de belleza que es Paute. En primer lugar, claro está, a la mujer, a la cautivadora náyade del Cutilcay, rediviva, por el milagro permanente del amor, en todas la mujeres pautenses, de ayer y de hoy. Y luego, la brillantez del firmamento, en que el sol ata sus rayos de oro ala mensaje que Dios manda cada día como regalo de bendición o en el que, de noche, las estrellas invitan a tejer ensueños y esperanzas a los corazones sacrificados de ansiedades de infinito. Y la atracción del valle que se alarga abriéndose paso entre los altozanos; y el río que no concluye de escribir su biografía de inquieto viajero que va dejando en cada playa la dádiva refrescante de su riego; y el vientre moreno de la tierra que no se cansa de ser arca de fecundidad, de abundancia y de riqueza; y la caricia del clima; y la competencia de cada paisaje con el paisaje aledaño; y tantas cosas mas, hechas para aliciente de poesía y museo en que la naturaleza exhibe sus magnificencias…. Paute, en resumen, es un poema de hermosura.

La historia de Paute se sigue desarrollando a través de las edades. Hace cien años escribió en ella una página inolvidable de noble empeño en su mejoramiento y de amor férvido a la libertad. Su cantonización fue un grito de rebeldía, cuyo eco nos llega ahora con la misma vibración con que lo lanzaron Guillermo Ortega Alcocer, Francisco González Borrero y los cientos de pautenses que heroicamente alzaron su protesta y obtuvieron por sí mismos lo que de derecho les correspondía.

Y a ese episodio honroso hay que agregar varios más. Paute sigue haciendo su historia, sigue señalando su rumbo con jalones de luz, que mas tarde los buscará la posteridad para indicar lo que ellos representan en el acervo de progreso del Cantón.

Los pueblos, como los individuos, deben su valía al alma que les anima, al espíritu que les guía para su palatino mejoramiento. Al alma, el espíritu, es el que alienta, el que levanta, el que da alas para encumbrarse y fuerzas para ir lejos.

Paute tiene una alma que le incita a la acción pronta, decidida. A una alma altiva, que no soporta humillaciones, que conoce su estatura y la hace respetar. Una alma que, al mismo tiempo, le hace ser amable para abrir los brazos, en gesto de comprensión y de acogida, al amigo, al compatriota, al visitante cordial. Y, sobre todo, Paute tiene una alma que se complace en ejercer el apostolado cotidiano del trabajo y la virtud altísima del civismo.

Señor Presidente de la Ilustre municipalidad de Paute y Señores Concejales:

Al agradecer a la Ilustre Corporación Edilicia de Paute su hidalgo proceder para conmigo, hago presente mi emocionada gratitud por esa benévola resolución, que me honra y enaltece y que, al par que me sirve de estímulo para mis labores intelectuales, me obliga mayormente a acrecentar mi respeto, cariño y admiración al noble Cantón de Paute.

Gracias, mil gracias.


VICTOR MANUEL ALBORNOZ

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