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Discurso en la Universidad

Author: Teodoro Albornoz /


Pronunciado por


Ya que la formación del intelecto juvenil para dedicarlo, según sus inclinaciones, a determinadas actividades viene a culminar en la Universidad, preciso es considerar a ella como el centro mayor en donde se almacenan las ideas para distribuirlas a los sedientos del saber. Las aulas de sus diversas Facultades son los cauces por donde se extienden las distintas corrientes que forman el gran océano de la Cultura humana.

Cada cátedra universitaria es a manera de compuerta que la abre el profesor a medida de lo que se requiere para inundar los cerebros con el agua límpida de los conocimientos que riegan y hacen florecer y fructificar la parcela de ingenio que cada alumno posee en el huerto grande o pequeño de su capacidad.

Este trato diario entre el que enseña y el que aprende, entre el que ofrece y el que recibe la lección provechosa, tiende los hilos invisibles pero difíciles de romper de la cordialidad que desde entonces se establece entre unos y otros. Pero si es justo que se produzca esa mutua atracción espiritual, también es lógico que ella se prolongue a la misma Universidad, al alma máter, a la madre nutricia que alberga a maestros y educandos.

Si a la ilustre casona en que se formó el carácter y se iluminó la mente de tantos que tuvieron la suerte de pasar en ella acaso los mejores días de la juventud, se vuelve el recuerdo con respeto y gratitud, también la Universidad tiene la obligación moral de mantener latente la preocupación de honrar a quienes, después de haber sido ejemplares estudiantes, se han destacado luego como magníficos catedráticos, dando prestigio y lustre al Instituto.

Esta es la razón por la cual el H. Consejo Universitario de la Universidad de Cuenca, obrando con criterio de justicia, resolvió tributar este homenaje de simpatía y reconocimiento al mérito de distinguidos Profesores del Plantel, unos en actual ejercicio de la cátedra, los señores doctores………….. y otros los señores doctores que, después de largos años de desempeñar brillantemente, alcanzaron el derecho de la jubilación.

Tan merecido como justo es el galardón que a ellos se otorga en este acto, porque si a los unos sirve de preciado estímulo para continuar en su docencia eficaz, para los otros significa el reconocimiento a su apostolado en el campo de las ciencias.

La labor cotidiana, el tesón invencible, el esfuerzo desarrollado, la abnegación puesta en práctica en días de trabajo y en noches de desvelo por todos estos notables profesionales, es necesario que obtengan el público reconocimiento de la Universidad de Cuenca, como lo está haciendo en estos momentos al otorgar títulos de ………………….
a los señores doctores…………..

Al cumplir el honroso encargo que se dignó confiarme el H. Consejo Universitario de la Universidad de Cuenca, dejo constancia de los motivos que determinaron la acertada resolución, así como de mi personal congratulación para los distinguidos maestros y coprofesores a quienes se ha dispensado la alta distinción a que se han hecho acreedores por sus múltiples merecimientos.


VICTOR MANUEL ALBORNOZ


(Este discurso fue preparado para que lo pronunciara su sobrino, Sr. Dr. Jaime Vintimilla Albornoz).

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