Señor Jefe Político, Señor Presidente del M. Ilustre Municipio de Gualaceo, Señor Vicario Foráneo del Cantón, Señoras, Señores:
Tiene Gualaceo, como heraldos de su hermosura, bandadas de alondras simbolizadoras del alma que lo anima; i tiene también, para séquito de sus glorias, apiñamientos de corazones que a él se rinden ante las magníficas artes que sabe ejercer para atractivo de todo cuanto signifique dulcedumbre i hospitalidad.
Sistema arterial que lo fortifica es la ingénita predisposición a la querencia honda, bien arraigada, que si entrelaza vidas para el amor o la amistad es para que esa unión, sin réditos a cobrar, se prolongue hasta los valles en que lucen albas de eternidad.
Guarda con esmero todos los abolengos raciales. Su bondad se hace hidalguía cuando es preciso compartir el feudo o la modesta parcela con el desconocido o el amigo que llega. Aquí no existen forasteros; solo hay hermanos jesucristinos que nunca hemos llamado en vano, con el recio aldabón de los mendicantes de afecto, a las puertas de este amplio albergue de sinceridad.
Únicamente de esta manera me explico la gentil cortesía de habérseme solicitado, por parte de los distinguidos miembros del Centro que ostenta como blasón el nombre mismo de esta tierra generosa, el que el guiñapo de mi palabra sirva como de telón inicial que se descorra ante tan respetable auditorio.
Mas debo acatar tal mandato, porque si mi espíritu lo siento en Gualaceo donde debe revolar a la corta altura que le fue concedida, igual a esas mariposas que golpean con débiles alas el cristal de los fanales pidiendo entrada para saciar la sed, el hambre de luz que les tortura i allí las atrae.
*
* *
Este pueblo de corazón columbino, también siente ímpetus de león cuando el imperativo de las nobles rebeldías viene a llamarlo, urgiéndole a interrumpir el ritmo cadencioso de su habitual canción de trabajo.
En Gualaceo floreció, magnífica, la rosa milagrera del heroísmo. Alerta a todos los dictados de la altivez, a todos los despertares de la arrogancia justificada, impone respeto cada vez que ello es necesario, acallando, entonces, las querellas de pasión i los himnos del esfuerzo para poner su voz en el estruendo de los arcabuces y los cañones, los tambores i los clarines, que hablan de lucha i presagian la victoria.
En las gestas libertarias, colócase en línea de prototipos; baste decir que de los 791 azuayos que combaten en Pichincha, la tercera parte -250- son del Cantón Gualaceo, i, de ellos, 100 los salidos del centro mismo de esta población.
Su espíritu creyente le empuja a la insurrección de Delegsol en 1823; su anhelo de equidad le obliga en 1827 al gran amotinamiento de Legsol, Soransol i Zhio, donde los habitantes de esos lugares no permiten que se les extorsione y ponen en fuga a quienes creen que la casaca del soldado se hizo solo para esconder pechos chorreando en el cebo de la ira o el abuso. Pero, acaso, en ninguna ocasión esplende con mas nitidez el patriotismo Gulacence que en la célebre campaña internacional que culminó en las llanuras de Tarqui i el Portete; en esa jornada, varios centenares de voluntarios de Gualaceo brindaron , sin escatimarlo, su contingente de sangre i bizarría, a punto tal que el Prefecto del Azuay, al detallar quienes se sacrificaron i mayormente contribuyeron al triunfo, no puede ser menos que señalar en puesto destacado al Comandante Don Manuel de Dávila, que, en esos días de 1829, desempeña el cargo de Jefe Político de Gualaceo.
Así, ayer; así, hoy: los de Gualaceo no temen la lid, cuando ella trae honra i provecho que dignifica.
Horas son estas en que la Patria necesita de tranquilidad para su resurgimiento; mas no por eso se ha de imaginar que hoy no haya campañas que emprender, derechos que defender. La cultura moderna pide otras luchas, es verdad, pero luchas al fin o al cabo, pues ahora se requiere: la difícil conquista de la prosperidad, el afianzamiento del país mediante la explotación de sus riquezas naturales.
Esta notable juventud Gualacense –i cuando digo juventud me refiero a la verdadera, a la del alma, i no a la mezquina que solo es frescura de carne—; esta noble juventud Gualacense, digo, no puede interrumpir ni por un momento ese su afanoso batallar de progreso, que lo lleva muchas veces, hasta el agotamiento del sacrificio. Ved ¡Que bello cuadro: unos curvan las espaldas sobre el telar en que urden los célebres paños o macanas de artísticos dibujos; otros llevan con potente brazo el arado que, como lápiz de hierro, señala la senda que conduce al engrandecimiento; los demás taladran el seno de la tierra para extraerle las pródigas entrañas de oro. I todos, no hacen sino cumplir con su deber, palabra que aquí se traduce por abnegación i trabajo.
No hay pueblo como este que tan poco haya alcanzado de los extraños, y, en cambio lo deba todo a su propia pujanza. Hasta las obras de gran aliento se realizan solo por su iniciativa, por su constancia, sin otra ayuda que no sea la de su mismo sudor, la de su propia fatiga. Hospitales, Casas de Beneficencia, Escuela, instalación de luz eléctrica, carreteras, agua potable, los mejores adelantos de orden cultural o material, se llevan a cabo mediante la energía de los que aquí ponen acero en los músculos, cada vez que hay que empujar hacia delante ese carro del progreso, tantas veces atascado en el barro de la indiferencia, aunque siempre Gualaceo sabe imprimirle rumbo, a fin de seguir su marcha hacia el cúlmen del ideal.
Como ayer supo abrirse paso cortando con la guillotina de la energía la garganta pedregosa del Tahual, así, mañana hará lo mismo para ir a sus no muy lejanos yacimientos metalúrgicos y hacia las ubérrimas selvas del Oriente.
El Collar, las maravillosas regiones de Limón e Indanza, la sagrada laguna de Mailas, los antiguos adoratorios de Chordeleg, como que alargaran con júbilo los brazos de sus respectivos caminos para estrecharse con estas encantadas tierras de Toctehsí, Payguara y Bucarguarte.
Renacerá otra edad de oro. El suelo vestido de mieses opimas, de árboles frutales que se desgajan al peso de las pomas de miel, en fin, de productos que acrecienten las industrias de la ciencia y el comercio, vale tanto como el que guarda las mayores riquezas áureas o argentíferas.
No está lejana esa época que se vislumbre espléndida, porque el gualacense sabrá acercarla. Entonces, todo despertará a nueva vida. Solo el río que cunea con su arrullo maternal a esta población, que le da su nombre que en el simbólico lenguaje aborigen significa el río que está dormido, el río que se duerme –el Wal-asiu –solo este río seguirá en su sueño, porque él debe dormir, como los caciques de antaño, resguardando el oro que le sirve de compañía. Solo que al Santa Bárbara de Gualaceo no hay temor que lo desnuden del precioso metal, que lo regala incansable i que por dádiva del Todo Poderoso i milagro de la naturaleza, lo va renovando momento a momento.
¿I cómo no han de adornarse los hijos de Gualaceo con cualidades dignas de elogio, si las mujeres que tales frutos dan poseen toda virtud de excelencia? Sean esposas o novias, sean hijas o hermanas, siempre en ellas palpita la sublime condición de madre, cumpliéndose el lírico decir del poeta:
ya que toda mujer –pues que Dios lo ha querido—
lleva dentro del pecho como a un hijo dormido.
Ellas, tan buenas procuran darles los mismos atributos de bondad. Iguales al agua del arroyo que proporciona frescor i galanura al rosal que en las orillas crece, las mujeres de aquí brindan sombra benéfica en la hora de angustia en que sopla la tormenta.
I ¡cómo no han de ser ingenuos, censillos, honrados i buenos los hombres de aquí, si Dios les da para alumbrar las penas i venturas de todos los días los dos soles que destellan en los ojos fúlgidos de las lindas mujeres de Gualaceo!....
Perdonad al que ha hablado i admirar en la obra teatral a la que luego vais a asistir como lucen sus encantos de cultura i belleza sin par estas mujeres de Gualaceo, gala y orgullo de la Patria, y obra adorable del Supremo Hacedor de flores i de estrellas.
He dicho
VICTOR MANUEL ALBORNOZ
Velada de arte en Gualaceo
El Domingo próximo el entusiasta centro juvenil “Gualaceo”, en la cabecera cantonal del mismo nombre, subirá a escena el precioso drama “Genoveva de Brabante”, cuya adaptación la ha verificado el distinguido literato don Víctor Manuel Albornoz, y música apropiada del artista Dr. César Andrade y Cordero.
Dicha velada de arte se efectuar con el objeto de allegar fondos en beneficio de aquella agrupación social.
“El Mercurio” Cuenca-Ecuador- Miércoles 5 de Junio de 1935.
GRAN VELADA DE ARTE
La Asociación Juvenil “Centro Gualaceo” subirá hoy a escena el precioso drama “GENOVEVA DE BRABANTE” adaptada por el distinguido literato don Víctor Manuel Albornoz y con música del inspirado artista doctor César Andrade y Cordero.
Números principales de esta atrayente velada literaria y musical serán los discursos que pronunciarán el señor Albornoz y el eminente orador popular don Luis Cordero Dávila.
Todo buen Azuayo debe acudir hoy a la Villa de Gualaceo, para presenciar este acto de tanta trascendencia, que redundará en beneficio de la cultura intelectual de la comarca, y en el que tomarán parte prestigiosos elementos de ambos sexos. La mujer gualacense demostrará una vez mas que se halla al mismo nivel intelectual de otras regiones del país.
Hoy, en Gualaceo, a las 9 p.m., en el local de la Escuela de Niñas regentada por las Reverendas Madres Catalinas.
PRECIOS
PALCO………………………….. $ 1,50
Entrada General………………….$ 0,80
Niños mitad de los precios
NO FALTE USTED.
“El Mercurio” Cuenca- Ecuador- Domingo 9 de Junio de 1935
Tiene Gualaceo, como heraldos de su hermosura, bandadas de alondras simbolizadoras del alma que lo anima; i tiene también, para séquito de sus glorias, apiñamientos de corazones que a él se rinden ante las magníficas artes que sabe ejercer para atractivo de todo cuanto signifique dulcedumbre i hospitalidad.
Sistema arterial que lo fortifica es la ingénita predisposición a la querencia honda, bien arraigada, que si entrelaza vidas para el amor o la amistad es para que esa unión, sin réditos a cobrar, se prolongue hasta los valles en que lucen albas de eternidad.
Guarda con esmero todos los abolengos raciales. Su bondad se hace hidalguía cuando es preciso compartir el feudo o la modesta parcela con el desconocido o el amigo que llega. Aquí no existen forasteros; solo hay hermanos jesucristinos que nunca hemos llamado en vano, con el recio aldabón de los mendicantes de afecto, a las puertas de este amplio albergue de sinceridad.
Únicamente de esta manera me explico la gentil cortesía de habérseme solicitado, por parte de los distinguidos miembros del Centro que ostenta como blasón el nombre mismo de esta tierra generosa, el que el guiñapo de mi palabra sirva como de telón inicial que se descorra ante tan respetable auditorio.
Mas debo acatar tal mandato, porque si mi espíritu lo siento en Gualaceo donde debe revolar a la corta altura que le fue concedida, igual a esas mariposas que golpean con débiles alas el cristal de los fanales pidiendo entrada para saciar la sed, el hambre de luz que les tortura i allí las atrae.
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Este pueblo de corazón columbino, también siente ímpetus de león cuando el imperativo de las nobles rebeldías viene a llamarlo, urgiéndole a interrumpir el ritmo cadencioso de su habitual canción de trabajo.
En Gualaceo floreció, magnífica, la rosa milagrera del heroísmo. Alerta a todos los dictados de la altivez, a todos los despertares de la arrogancia justificada, impone respeto cada vez que ello es necesario, acallando, entonces, las querellas de pasión i los himnos del esfuerzo para poner su voz en el estruendo de los arcabuces y los cañones, los tambores i los clarines, que hablan de lucha i presagian la victoria.
En las gestas libertarias, colócase en línea de prototipos; baste decir que de los 791 azuayos que combaten en Pichincha, la tercera parte -250- son del Cantón Gualaceo, i, de ellos, 100 los salidos del centro mismo de esta población.
Su espíritu creyente le empuja a la insurrección de Delegsol en 1823; su anhelo de equidad le obliga en 1827 al gran amotinamiento de Legsol, Soransol i Zhio, donde los habitantes de esos lugares no permiten que se les extorsione y ponen en fuga a quienes creen que la casaca del soldado se hizo solo para esconder pechos chorreando en el cebo de la ira o el abuso. Pero, acaso, en ninguna ocasión esplende con mas nitidez el patriotismo Gulacence que en la célebre campaña internacional que culminó en las llanuras de Tarqui i el Portete; en esa jornada, varios centenares de voluntarios de Gualaceo brindaron , sin escatimarlo, su contingente de sangre i bizarría, a punto tal que el Prefecto del Azuay, al detallar quienes se sacrificaron i mayormente contribuyeron al triunfo, no puede ser menos que señalar en puesto destacado al Comandante Don Manuel de Dávila, que, en esos días de 1829, desempeña el cargo de Jefe Político de Gualaceo.
Así, ayer; así, hoy: los de Gualaceo no temen la lid, cuando ella trae honra i provecho que dignifica.
Horas son estas en que la Patria necesita de tranquilidad para su resurgimiento; mas no por eso se ha de imaginar que hoy no haya campañas que emprender, derechos que defender. La cultura moderna pide otras luchas, es verdad, pero luchas al fin o al cabo, pues ahora se requiere: la difícil conquista de la prosperidad, el afianzamiento del país mediante la explotación de sus riquezas naturales.
Esta notable juventud Gualacense –i cuando digo juventud me refiero a la verdadera, a la del alma, i no a la mezquina que solo es frescura de carne—; esta noble juventud Gualacense, digo, no puede interrumpir ni por un momento ese su afanoso batallar de progreso, que lo lleva muchas veces, hasta el agotamiento del sacrificio. Ved ¡Que bello cuadro: unos curvan las espaldas sobre el telar en que urden los célebres paños o macanas de artísticos dibujos; otros llevan con potente brazo el arado que, como lápiz de hierro, señala la senda que conduce al engrandecimiento; los demás taladran el seno de la tierra para extraerle las pródigas entrañas de oro. I todos, no hacen sino cumplir con su deber, palabra que aquí se traduce por abnegación i trabajo.
No hay pueblo como este que tan poco haya alcanzado de los extraños, y, en cambio lo deba todo a su propia pujanza. Hasta las obras de gran aliento se realizan solo por su iniciativa, por su constancia, sin otra ayuda que no sea la de su mismo sudor, la de su propia fatiga. Hospitales, Casas de Beneficencia, Escuela, instalación de luz eléctrica, carreteras, agua potable, los mejores adelantos de orden cultural o material, se llevan a cabo mediante la energía de los que aquí ponen acero en los músculos, cada vez que hay que empujar hacia delante ese carro del progreso, tantas veces atascado en el barro de la indiferencia, aunque siempre Gualaceo sabe imprimirle rumbo, a fin de seguir su marcha hacia el cúlmen del ideal.
Como ayer supo abrirse paso cortando con la guillotina de la energía la garganta pedregosa del Tahual, así, mañana hará lo mismo para ir a sus no muy lejanos yacimientos metalúrgicos y hacia las ubérrimas selvas del Oriente.
El Collar, las maravillosas regiones de Limón e Indanza, la sagrada laguna de Mailas, los antiguos adoratorios de Chordeleg, como que alargaran con júbilo los brazos de sus respectivos caminos para estrecharse con estas encantadas tierras de Toctehsí, Payguara y Bucarguarte.
Renacerá otra edad de oro. El suelo vestido de mieses opimas, de árboles frutales que se desgajan al peso de las pomas de miel, en fin, de productos que acrecienten las industrias de la ciencia y el comercio, vale tanto como el que guarda las mayores riquezas áureas o argentíferas.
No está lejana esa época que se vislumbre espléndida, porque el gualacense sabrá acercarla. Entonces, todo despertará a nueva vida. Solo el río que cunea con su arrullo maternal a esta población, que le da su nombre que en el simbólico lenguaje aborigen significa el río que está dormido, el río que se duerme –el Wal-asiu –solo este río seguirá en su sueño, porque él debe dormir, como los caciques de antaño, resguardando el oro que le sirve de compañía. Solo que al Santa Bárbara de Gualaceo no hay temor que lo desnuden del precioso metal, que lo regala incansable i que por dádiva del Todo Poderoso i milagro de la naturaleza, lo va renovando momento a momento.
¿I cómo no han de adornarse los hijos de Gualaceo con cualidades dignas de elogio, si las mujeres que tales frutos dan poseen toda virtud de excelencia? Sean esposas o novias, sean hijas o hermanas, siempre en ellas palpita la sublime condición de madre, cumpliéndose el lírico decir del poeta:
ya que toda mujer –pues que Dios lo ha querido—
lleva dentro del pecho como a un hijo dormido.
Ellas, tan buenas procuran darles los mismos atributos de bondad. Iguales al agua del arroyo que proporciona frescor i galanura al rosal que en las orillas crece, las mujeres de aquí brindan sombra benéfica en la hora de angustia en que sopla la tormenta.
I ¡cómo no han de ser ingenuos, censillos, honrados i buenos los hombres de aquí, si Dios les da para alumbrar las penas i venturas de todos los días los dos soles que destellan en los ojos fúlgidos de las lindas mujeres de Gualaceo!....
Perdonad al que ha hablado i admirar en la obra teatral a la que luego vais a asistir como lucen sus encantos de cultura i belleza sin par estas mujeres de Gualaceo, gala y orgullo de la Patria, y obra adorable del Supremo Hacedor de flores i de estrellas.
He dicho
VICTOR MANUEL ALBORNOZ
Velada de arte en Gualaceo
El Domingo próximo el entusiasta centro juvenil “Gualaceo”, en la cabecera cantonal del mismo nombre, subirá a escena el precioso drama “Genoveva de Brabante”, cuya adaptación la ha verificado el distinguido literato don Víctor Manuel Albornoz, y música apropiada del artista Dr. César Andrade y Cordero.
Dicha velada de arte se efectuar con el objeto de allegar fondos en beneficio de aquella agrupación social.
“El Mercurio” Cuenca-Ecuador- Miércoles 5 de Junio de 1935.
GRAN VELADA DE ARTE
La Asociación Juvenil “Centro Gualaceo” subirá hoy a escena el precioso drama “GENOVEVA DE BRABANTE” adaptada por el distinguido literato don Víctor Manuel Albornoz y con música del inspirado artista doctor César Andrade y Cordero.
Números principales de esta atrayente velada literaria y musical serán los discursos que pronunciarán el señor Albornoz y el eminente orador popular don Luis Cordero Dávila.
Todo buen Azuayo debe acudir hoy a la Villa de Gualaceo, para presenciar este acto de tanta trascendencia, que redundará en beneficio de la cultura intelectual de la comarca, y en el que tomarán parte prestigiosos elementos de ambos sexos. La mujer gualacense demostrará una vez mas que se halla al mismo nivel intelectual de otras regiones del país.
Hoy, en Gualaceo, a las 9 p.m., en el local de la Escuela de Niñas regentada por las Reverendas Madres Catalinas.
PRECIOS
PALCO………………………….. $ 1,50
Entrada General………………….$ 0,80
Niños mitad de los precios
NO FALTE USTED.
“El Mercurio” Cuenca- Ecuador- Domingo 9 de Junio de 1935
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