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Juventud, Verdadera Juventud

Author: Teodoro Albornoz /


Juventud significa no precisamente ser joven, sino mantener el espíritu abierto a todas las nobles orientaciones que tienden a hacer de la raza un puño crispado contra el destino—contra lo que, en el mito de antaño, se creía el destino ciego e inexorable—de ir siempre hacia la plena consecución del ideal de mejoramiento.

El proceso de los hechos humanos no está, no puede estar forjado de antemano, sino que él se lo vacía, como metal hirviente, informe y dócil, en el troquel preparado por el ánimo fuerte que sabe ejercer señorío dominándolo a su arbitrio. El fracaso no es otra cosa que un vocablo triste, inventado por la pusilanimidad de generaciones cansadas y enfermas. La vida es acción y la acción trae siempre consigo los galardones que se apetecen. La derrota solo corona la frente de los cobardes y apocados.

Sea este nuestro anhelo: sentir, comprender y amar la vida para así, bien compenetrados de sus finalidades, saber disfrutarla mejor, sorbo a sorbo, paladeándola como licor delicioso; pero sin olvidar que cada paso que damos nos lleva hacia las eternas metas del trabajo, de la verdad, de la justicia, en fin de todas y cada una de las pautas que habemos de señalar para recorrer nuestro sendero.

Vivir la vida en la hora oportuna de vivirla es clave de todo éxito, cifra de toda ciencia. Ni faz adusta siempre, ni sonrisa anacreóntica incesante. Quien no supo bañarse en manantiales de regocijo y poesía; quien no conoció la tibiez del ímpetu romántico para hurtar besos de los labios afiebrados de amor, quien no ornó las sienes siquiera por momentos con cascabeles de divina locura, ese, bastante menguado fue sin duda cuando no logró tomar para sí aquello que, en compensación de fatigas y dolores, a todos se nos brinda cuando el sol fulgura en el camino.

Aceptemos nuestra ración de ensueño y con ella embellezcamos los instantes que deben ser bellos. Después cumplamos con los deberes mas imperativos que nos reclaman en el afán del estadio cotidiano, al que en toda circunstancia, en todo momento debemos acudir; formando aquella legión que constituye la juventud, la única juventud, la verdadera: la del espíritu.

Seamos fuertes, sanos y robustos; pero fuertes, sanos y robustos de alma. Lejos sí pero enguirnaldados de esperanzas, emerge el cúlmen codiciado. Agolpando canciones en la garganta, al hombro la piqueta, la frente serena y altiva, prosigamos la jornada sin detenernos a ver la ruindad de los pequeños, ni el orgullo de los grandes. Creado fue el pecho para albergue de nobles ideales y el brazo para ejecutor de heroicas hazañas. Varón apocado al que amedrentan heridoras caricias de espinas, al que ponen miedo las fantasmagorías de la niebla. Felón el que se oculta a la vista del palenque, y, distante de él malgasta el carisma de hidalgueces que en todos hay.

Los obstáculos no son sino señuelos que se colocan en la vida, solo atraen a los inadvertidos o encanallecidos descuidan el laboreo del espíritu. Revistámonos, pues, de la energía que no sabe de desmayos, del paso firme que no se arredra de la valla, si queremos ir en demanda de la sublime divisa de Exelsior que Longfellow pintó como blasón de dominio para el que alcanza cumbres; el desgajar allí frescos ramos de laurel solo dice del aliento del que los conquista.

Juventud! Seamos nobles y perseverantes en ejecutar lo que nos proponemos, y no importa que el impulso nazca, como la larva que se transforma en mariposa, del frágil capullo del ensueño.

Las mejores realidades comienzan por ser sueños. Soñemos, pues: hagamos florecer el rosal de todas las iniciativas generosas, de todos los alardes espirituales que hablan de vigor y lozanía. Arrojemos santa semilla por mas que la creamos estéril, ya que, a veces en los resquicios de las piedras y en lo mas abrupto de las zonas infecundas suelen brotar plantas que dan frutos de bendición. Soñar todo lo grande y excelso, y procurar plasmar en la vida todo lo soñado: ese es radiante anhelo de juventud porque no es juventud aquella que tiene ojos opacos para descubrir todo lo grande y lo bueno que se oculta bajo el fango de lo raquítico y malo. Nos es juventud tampoco la que trocha por placer inútil las flores del talento, ni la que desoye las trompetas que llama a lucha y se van al ocio enervador—al ocio, que se halla siempre a espaldas de la gloria.

Juventud quiere decir plenitud de acción. Juventud significa no conocer la sombra del egoísmo, la ruindad de la envidia, ni la cobardía de la traición. Juventud es derroche de hidalguía, apartando cizañas y procediendo al cultivo de las virtudes ciudadanas, todo, en un maravilloso florecimiento de entusiasmo y energías.


VICTOR MANUEL ALBORNOZ

“La Crónica” Cuenca, 8 de Julio de 1929

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