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EVANGELIO DE LA ERRANZA

Author: Teodoro Albornoz /


En la nave capitana del espíritu va siempre de vigía el afán de escrutar nuevos horizontes, ….cansa la ruta segura, a veces, y siéntese un anhelo indefinible de perder el rumbo y de seguir –roto el timón y a merced del viento—navegando con la proa imantada hacia el infinito….

¡Cómo se quisiera, entonces, conocer en toda su extensión los tres grandes mares que seducen al ilusionado: el del agua, con sus lechos de esmeralda y sus palacios de coral; el de la tierra, con sus urbes inquietas y sus valles en sosiego; el del firmamento, con sus torres de nubes y su maravillosa ronda de estrellas!

Ansia de dimensión, ésta de guardar en el cofre sin fondo de las retinas la policromía de los paisajes mas diversos y de las escenas mas variadas. Se tiene vehemencia de que la vida ofrezca a cada instante un nuevo espectáculo en que el alma vaya de una a otra emoción, igual que la mariposa de flor en flor, para distraerse en todos los matices, para saborear mieles en todas las corolas, para bañarse en la frescura del rocío o para desentumecerse con las caricias del sol.

Esta hambre de aventuras, esta sed de lejanías, acaso no son, en lo recóndito, sino hambre y sed de olvido, codicia de que la realidad de los otros nos aparte de la nuestra, deseo de evasión del recluso que en todos alienta…

Si habitualmente somos viajeros de la tiniebla interior, es lógico que en veces estalle una santa y dulce rebeldía de aspirar a iluminarse por fuera con la luz reconfortante de un ensueño que florece en la flor de la realización. En la senda en que por primera vez se va, parece que el clavileño de la esperanza mueve mas a prisa las alas, conduciéndonos con mayor ligereza, como para que únicamente se vea lo seductor de cada jornada, sin detenerse a considerar que, mientras mas intenso es el goce, mas pronto se aceda al tornarse en melancolía de recuerdo. Pero ¡quién piensa en la ceniza, cuando la llama esplende dentro del corazón!

En cada ruta puede hallarse un amor, una amistad, una dicha. Puede hallarse también un desencanto, una perfidia, un dolor. Mas lo desconocido atrae, el misterio fascina, lo que no se conoce es lo que mas apetece; máxime que, al emprender la marcha, jamás se piensa en lo adverso, sino únicamente en lo que lisonjea el ánimo al tomar una resolución. Es por esto que los viajes que jamás se borran de la memoria son, precisamente, los que, una vez concluidos, solo dan en el balance de los valores morales un buen saldo de íntima satisfacción.

Oh! erranza, que consideré la mejor recompensa de la vida! Oh! erranza, que lo mismo amé en las rutas por las que anduve entre espinas y guijarros que al internarme dentro de mí y recorrer con urgencia desvelada las sendas obscurecidas del alma! Oh! erranza que nunca acaba, haz que mis pasos corpóreos estén siempre concordes en aspiración con los pasos de mi espíritu! Y pues que el polvo de los caminos de la tierra es el mismo polvo de los sepulcros –también caminos para lo perenne—, haz que ni en uno ni en otro tropiece, y si tropiece no caiga, y si caiga me levante por la misericordia de la Luz!



VICTOR MANUEL ALBORNOZ

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