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HOMENAJE A MANUEL J. CALLE

Author: Teodoro Albornoz /

El literato periodista


Recordando el lugar en que nació

Fue D. Manuel J. Calle un literato, portentoso por la fecundidad y admirable por la calidad de lo escrito.

De recia educación clásica, que sabía aunarla hábilmente al fruto de sus lecturas de los autores contemporáneos, y estilista de los primeros, supo dar al idioma la flexibilidad y gracia del artista moderno. Rió y fustigó las exageraciones de mal gusto; pero comprendía y elogiaba el mérito donde estuviese, así fuera en los cánones de una escuela que no era la suya. Cuando quiso serlo, fue excelente crítico literario, conocedor profundo de las corrientes del día y comprensor inteligente de las mas recónditas sutilezas del arte.

Poeta de verdad, sobre todo cuando repujaba las filigranas de su prosa alada y mariposeante, escribió versos en su florida y lamentable juventud, comprendiendo bien pronto que no era ese el camino que debía seguir para llegar a la meta. Sin embrago, tuvo ensayos felices y aún en el agitado atardecer de su vida, sintiendo tal vez por última vez la fragancia de una pasión inextinta pulsó la lira y produjo suaves e inspiradas melodías.

Apareció pobre, solo, desvalido, pero amado de todas las armas del talento, para encontrar al palenque, pedir puesto en él y muy luego hacer ver la fortaleza de su pluma y su innegable predominio. Eran épocas de lucha aquellas, y Calle supo luchar con denuedo no igualado, conservando el hábito de su valentía y destreza en herir aún para cuando ya no fue necesario.

La vida le agarrotó con toda clase de necesidades y, a su exigencia dejando a un lado la obra reposada y serena, vióse obligado a vaciar el cofre áureo de su inteligencia en las volanderas publicaciones de actualidad. Escribió para todos, sin esquivarse de ningún asunto, sin rehuir tema alguno, e invadiendo todos los géneros.

Lo mas encumbrado y lo mas trivial tratábalo con igual facilidad, en el juicio o en el comentario, en el ditirambo o en la diatriba. Y es de este modo como, tras rudo bregar, impuso su cetro en el periodismo ecuatoriano.

Ante todo, fue un polemista formidable e incansable, de esos que penetran al estadio y se encuentra solos, pues a su aparición temida retírase el adversario.

A decir verdad, su sectarismo político le condujo a ser injusto y acerbo muchas veces; y hay que confesar que no siempre le guió un recto impulso de equidad, sino el afán de agradar y regocijar al público. Hizo gala de su destreza acrobática, sin fijarse gran cosa en la cuerda que pisaba. Su humorismo, que por lo común esparcía aromas de deleite, a veces era cruel y mortífero.

Naturalmente en el vasto y asimétrico mosaico brotado de su pluma se impone la selección; pero hecha esta, quedará lo suficiente para poner el nombre de Manuel J. Calle sobre un pedestal duradero, por sus cualidades de gran escritor e insuperable periodista.

VICTOR MANUEL ALBORNOZ

“La Crónica” Cuenca, Noviembre de 1926.

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