Guayaquil, 25 de julio de 1822.
»Es con suma satisfacción, dignísimo amigo y señor, que doy a usted, por la primera vez, el título que mucho tiempo ha mi corazón le ha consagrado. Amigo le llamo a usted, y este nombre será el sólo que debe quedarnos por la vida; porque la amistad es el único vínculo que corresponde a hermanos de armas, de empresa y de opinión. Así, yo me doy la enhorabuena, porque usted me ha honrado en la expresión de su afecto.
»Tan sensible me será el que usted no venga hasta esta ciudad, como si fuésemos vencidos en muchas batallas; pero no, usted no dejará burlada la ansia que tengo, de estrechar en el suelo de Colombia, al primer amigo de mi corazón y de mi patria. ¿Cómo es posible que usted venga de tan lejos, para dejarnos sin la posesión positiva en Guayaquil, del hombre singular que todos anhelan conocer y, si es posible, tocar?
»No es posible, respetable amigo; yo espero a usted y también iré a encontrarle donde quiera usted tenga la bondad de esperarme; pero sin desistir de que usted nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como usted dice, son bastantes para tratar entre militares; pero no serán bastantes esas mismas pocas horas, para satisfacer la pasión de la amistad, que va a empezar a disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que se amaba sólo por opinión, sólo por la fama.
»Reitero a usted los sentimientos más francos, con que soy de usted su más afectísimo y apasionado servidor y amigo, Q. B. S. M.—
S. Bolívar»
»Es con suma satisfacción, dignísimo amigo y señor, que doy a usted, por la primera vez, el título que mucho tiempo ha mi corazón le ha consagrado. Amigo le llamo a usted, y este nombre será el sólo que debe quedarnos por la vida; porque la amistad es el único vínculo que corresponde a hermanos de armas, de empresa y de opinión. Así, yo me doy la enhorabuena, porque usted me ha honrado en la expresión de su afecto.
»Tan sensible me será el que usted no venga hasta esta ciudad, como si fuésemos vencidos en muchas batallas; pero no, usted no dejará burlada la ansia que tengo, de estrechar en el suelo de Colombia, al primer amigo de mi corazón y de mi patria. ¿Cómo es posible que usted venga de tan lejos, para dejarnos sin la posesión positiva en Guayaquil, del hombre singular que todos anhelan conocer y, si es posible, tocar?
»No es posible, respetable amigo; yo espero a usted y también iré a encontrarle donde quiera usted tenga la bondad de esperarme; pero sin desistir de que usted nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como usted dice, son bastantes para tratar entre militares; pero no serán bastantes esas mismas pocas horas, para satisfacer la pasión de la amistad, que va a empezar a disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que se amaba sólo por opinión, sólo por la fama.
»Reitero a usted los sentimientos más francos, con que soy de usted su más afectísimo y apasionado servidor y amigo, Q. B. S. M.—
S. Bolívar»
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